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domingo, 6 de septiembre de 2015

Historia de La Arena años 1940-1980 por Manolo el fíu la Reina
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Historia de La Arena años 1940-1980 

por Manolo el fíu la Reina


Lo que a continuación voy a relatar sobre LA ARENA es, sobre todo, la época comprendida desde los años cuarenta hasta los ochenta, la cual, a mi entender, fue la etapa de más esplendor del pueblo. Empezando luego el declive: a partir de los setenta y pico. No pretendo hacer ninguna historia rigurosa de esto; para mí son recuerdos de cómo yo la conocí, desde que nací hasta que marché de ella. Son aquellos sitios, materias o personas, con nombres, que existen o existieron en el pueblo. Hasta donde a mí me alcance la memoria, la cual no es mucha; ya va fallando algo, y, como diría mi cuñao Cubillo, tengo que “rebobinar” a menudo. Pero no voy a consultar ningún archivo; lo más que hago es llamar a algún amigo/a por teléfono, para que me confirme esto o aquello de las ideas que llegan al “caletre”. Así que pido perdón por adelantado a las/los que se me olviden. Al mismo tiempo doy las gracias a las/los consultados .

Tampoco pienso en llevar un orden cronológico del tiempo o de las cosas; las contaré tal como me lleguen, el día que se me “aparezcan”.

Bien aclarado esto, vamos a empezar por el Pico -la entrada de la Arena por la carretera general-, dejando atrás Soto, Castillo y el Puente la Huelga. Años antes, la primera casa que se encontraba a la derecha era donde vivía Manolo “el Carretero”. A continuación, y construida posteriormente, la de Don Luis, “el Médico”, seguida de la de Carlos Viña; y a continuación, un pequeño grupo de casas llamadas “las del Pico”, todas a la mano izquierda; y ya entrábamos en el “mogollón”: la primera a mano derecha, era el bar “Las Delicias”; justo aquí empezaba el barrio de L’arrabal, seccionado en tres arterias: el camín de Ranón ( el cual te lleva al lavadero de “arriba” y a Novales ), La Bajamar y L’arrabal, que seguía hasta ”El Pelicano”, comercio dedicado al calzado, donde se ubica ahora la carnicería de Evaristo. De allí para arriba ya era La Arena, la cual se dividía de la siguiente forma: Rula, Barrio Chino, Plaza de la Iglesia y Parque. La calle José Antonio (ahora, Quebrantos ), Cai la Llechi, El Campón ( de aquí sale el camino hacia la Calea, el lavadero y la fuente, Novales y Ranón), El Carrizal y la Playa. Observaréis que una misma calle, en su prolongación puede tener más de un nombre.

Presumo que una de las épocas más propicias para La Arena debió de ser aproximadamente sobre la década de los cincuenta- sesenta. En estos años, las actividades industriales conserveras del pueblo eran rebosantes. Ni tengo cifras ni lo sé con exactitud, pero repartidas entre estas fábricas: Albo, Garavilla, “La Arenesca” de R. González, Ormaza, “La Praviana” de Felix G. Fierros, Conservas Lis de M. Iglesias, Conservas Bravo, Casares, Conservas “Lamadrid” de Luis G. de Lamadrid, Coservas y Salazones “La Marina” de Viuda de G. Gonzalez, Conservas “Xarabal” de Rafael Diaz Menendez (Faneguero), Conservas y Salazones Pedro J. Portanet; amén de varios “Chamizos”: Olguina “la Chisa”, Abello, “las Piescas”, Telva “la Ronca”, María “la Montuca”, y alguno que seguro me olvido. Habría más de seiscientas mujeres trabajando en ellas. Era un incesante trasiego de gente por la rula, a todas las horas del dia. Allí teníamos el famoso “Banco de la Paciencia”. Estaba hecho de azulejos de llamativos colores. Era grande: desde donde ahora se ubican el bar La Deva hasta El Sibarita, dando toda la vuelta. Allí era donde las mujeres se sentaban, cuando esperaban la entrada al trabajo o comían el bocadillo. ¡Y a ver quién era el guapo que pasaba por allí a esas horas! Te sacaban los colores en menos que canta un gallo. El resto del día, eran los hombres quienes lo ocupaban; los pocos jubilados que había, y los marineros, que, al acabar una “costera”, mientras empezaba la otra, mataban allí las horas hablando de la mar o inventando trastadas. Teníamos tiempo para todo. Claro, como no había letras del coche, ni de lavadora, ni de televisión, etc.,

    La gente hablaba, reía o lloraba como ahora, pero cuando sucedía algo, era común para todo el pueblo. Las puertas de las casas  estaban  abiertas;  tú eras parte  de  todos.  Si  hacías  una  trastada, igual  te daba un tortazo tu padre que cualquier vecino. Y  nadie se enfadaba por ello; al contrario, era una muestra de cariño hacia el niño   y su familia.

   Bueno, ya sabéis que en esa época disponíamos de tanto tiempo libre, que se usaba hasta para hacer hijos...  Además de no padecer de los males de la modernidad: como, anorexias, bulimias, estrés, complejos, angustias vitales, drogadicción..., y añadir todos los etcéteras que queráis poner detrás de estos...                                                                                                                                      

   ¡Y cuidado, no vayáis a creer que estoy a favor de lo de antes...! ¡Ni hablar de ello!... Vivo mucho mejor que en aquellos tiempos, pero mi pensamiento  (puede ser equivocado, lógicamente...) Es que la juventud no está aprovechando bien las enormes facilidades y comodidades de la actualidad, en todas las materias, cosa que yo personalmente lamento. Ellos, con el tiempo, también lo harán, ¡así es la vida!  Alguien dijo que la mayor “putada” era aprender a vivir a la hora de morir.

Todos sabemos que la desembocadura del río Nalón era riquísima en toda especie de pescados, desde bocarte hasta el chipirón, pasando por la especie que quieras imaginar. Aseguro que tendrías que echar mucha fantasía para igualar la variedad que teníamos en la época... Cuantas veces tenemos visto, río arriba, “calderones”, especie muy parecida al delfín. Se pescaba de todo en él: lubina, pancho, quisquilla, cangrejo, reos... Y eso que decían que el río bajaba sucio; pero sólo era el sedimento del carbón, salido desde los lavaderos de las minas y que el río arrastraba. No traía ningún residuo químico ni contaminante de los que se vierten ahora, con lo que se está haciendo desaparecer todo de nuestras costas, y, sobre todo, para nuestro pueblo, la exquisita angula, columna vertebral desde hace años de la economía de nuestras familias.

   En esos años teníamos una flota pesquera de las más importantes, o quizá la más, del litoral asturiano. Los muelles siempre estaban llenos de aquellas entrañables vaporas.  Tenían una caldera alimentada por carbón. De allí salía el vapor hasta la máquina, que hacía girar el “barrón” hasta la hélice. Tenían unos pequeños “catres” para que durmiera  la tripulación, con un “sergón” relleno de hojas de panoya de maíz. La entrada a ellos se hacía a través del zambucho, bajando por una escalera rudimentaria. A cada costado tenía bajo cubierta las carboneras. Si iban para varios días de mar, también se ponía en cubierta el carbón. Tenían una nevera, la cual se llenaba de hielo, para conservar el bonito y la comida.

De algunas vaporas tengo un vago recuerdo, que me refrescó Espeso. Gracias a él y a otros, como José el “Pescadero” y Gonzalo “Ganchillo”, a los cuales doy las gracias por su molestia para que llegara esta lista completa a mí, y que guardaré con cariño. De otras, sin embargo, como si las estuviera  viendo ahora mismo.  ¿Recordáis estos nombres? :
“Rápido”,   “Dos”  y “Tres”, de Chalín,- “Alfa”, “Beta”, “Delta”, “Gamma”, de Emilio Conde.
“Herminia” “Uno” y “Dos”, “Bella Unión”, “Macarena”, “Pájaro Azul”  y “Dionene”, de  Argudin.-
“Covadonga”, “Cusca”, “María Cecilia”, “Luis Ignacio” y “María Rita”, de Angelín  “Taconinos”.- “Raizón Covos”, “Cilindros”, “Calín”, “Pili”, “Pico” y “Pica”, de Rafael “Faneguero”.- “Raizón 1”, “Pilarcho” y “Rosario Carmen”, de Nicasio.-  “Cid Campeador” y “María del Perpetuo Socorro, de Antón Antón.-  “Urano”, “Neptuno” y Meyeyes”, de Caredo
“Miquel de Una” y “Negrona”, de Ernestina y Carmen “Las Pixuetas”.-  “Aita Ignacio” y “Ama Goya”,  “Cubanina” y Guines, de Vicente Ezequiel.-  “Otoyo Mendi” y “María Eugenia”, de Emilio Basarán.-  “Peña Mayor” y “Ramonina”, más conocida por el “Caimán”, de Lelo “el Curro”.-
“Mensajera”, de Kiko la Noval, “Luis Antonio”, de Pacho Nola.  “Minerva”, de Benito la Noval, “Manolito”, de Manolo Antolín. “Ave María”, de Ramón Marquinos,. ”San Juanín”, de José Candasín, “Sollube” y Aurinda Fernández, de Arturo S. Esteban, “San Pablo”,de Emilio el carpintero  “María Luisa”, de Pepe y Avelino los Segadores.
“Cuatro Hermanos” y “Aquilino Gijón”, de los hermanos Gijón,  “Fina Panera”, de Antón de la Noval, ”Huerta”, de Angel el Cubanín,   “Florentina”, de Ignacio Galipota, “San Juan” y “Cayarga”, de Casimiro Pérez (el “equipo” de esta última se pasó para la “Marita”:  caldera, máquina y maquinillas. 

 Algunas de estas vaporas se llamaron de otra manera. Caso de la “Santa Marta”, que pasó a llamarse “María Cecilia”, y. Luego, creo que “Genaro Manuel”, siendo armador Marino. Otras, simplemente, cambiaron de armador y siguieron con el mismo nombre. En algunos casos, hubo vaporas que pertenecieron a varios armadores A mí me llamaba mucho la atención el porqué todos -o casi todos- los armadores compraban los barcos de segunda mano. Y casi todos de los puertos vascos. No entendía por qué lo que a ellos no les valía para pescar nos tenía que valer a nosotros. Luego lo vas entendiendo... ¡Don Dinero !

   Después estaban las embarcaciones dedicadas al “Refiz”.  Éstas eran motoras de gasolina, las cuales solamente salían a la desembocadura del río, practicando el arte del cerco o “boliche”.

   Con las modalidades de “galdeo” se echaban huevadas de pescado y salvao de harina al mar, desde un bote al cual se cercaba con el aparejo al llargar, “saltar” el pescado. Cuando no existía ningún aparato de estos modernos, que “ven” bajo el agua, teníamos que esperar a que algún pez mayor tuviera ganas de comer. Entonces el pez chico, ante el ataque, salía a la superficie del agua, para librarse de ellos. Otras veces, a “toliñada”, que básicamente es el sistema anterior, solamente que a las toliñas (también parecidas al delfín) las ves cada poco; porque como todos sabéis, tienen que salir a la superficie a respirar, ya que necesitan el aire. Además, se “sabe” cuando encuentran un banco de peces, por su forma de “trabajar”;  esto quiere decir la forma en que empiezan a salir y entrar en el mar, con grandes saltos. En verano, alguna vez, también se solía salir a pescar en ellas, cuando el bonito se encontraba cerca de la costa, ya que estas embarcaciones tenían poca autonomía.

Éstas las recordamos entre mi amigo Gonzalo., “Ganchillo”; mi tío Tinín, y yo: la “Veloz”, la “Rosa”, la “Esperanza”, la “Concepción”, “María Dolores”, “Emilia”,  “Virgen de la Soledad”, la “Arrabal”, “Gervasín, la “Neña”, el “Campón”,  el Pesquín”, “Aquí estoy yo”,  “José Antonio”, “Diez Hermanos”, La “Hermana”, el “Monteagudo”, la “Novala”,  el “Serafín”, la “Marcelina”.

Más tarde, de las vaporas y motoras de gasolina, empezaron a llegar los primeros motores de gas-oil, lo que fue la modernidad de la época. Éstos  tenían mucha más autonomía que las  vaporas. Con ellos empezaron a aparecer los primeros viveros bajo cubierta, pues anteriormente esta modalidad de pesca no existía. Cuando se empezó a pescar de esta forma, los barcos llevaban unos cajones llenos de agua de mar sobre la cubierta, de un 500 o 600 litros de capacidad. En ellos se metía bocarte, sardina o chicharrillo de “punta”, vivo.



Para pescar a “tanqueo” se pescaba con varas de cañavera muy fuertes, con nailon grueso, en el cual iba un anzuelo en el que se ponía el cebo vivo para la pesca del bonito, parando el barco al llegar a una “trullera”, o sea, en un banco de bonito, ya que hasta esa fecha se pescaba a la “cacea”, con  “carnadas  artificiales”,   hechas de hojas de  panoya  de maíz, cintas de colores enganchadas a unos anzuelos fuertes y dobles. En esta modalidad, el barco siempre va en movimiento. También, pero un poco más tarde, venían equipadas con “sonar”, forma de localizar el pescado, sin necesidad de “verlo a ojo”. De esta manera tan simple cambió radicalmente el sistema del pescador. Esta nueva generación de barcos dio otro color al puerto:
“Guillermina”, “Río Nalon” y “Digno del Querer”, de Chelo, “Maruchi”, “Posito Uno”, “Cache”, “Deliciosa Vista”, ”Menéndez Cueto”,  y “Digno de Amor”, de Calo “El Piesco”, Pepe y José “El Candasín”, “San José Glorioso” y “Lahera”, de Caredo, “Estrella del Mar”, de Pepe y Avelino, los “Segadores”;  “Junquera”, de Lucio y Frutos, “Gabriel Mari” y “Aguila del Mar, de Argudín, ”Jesús Gijón”, de hermanos Gijón, “Francisco de la Noval” y “Dionisio Campos”, de Kiko la Noval.   “Bachi”, de Bachi,  “Mari Flor”, de Basilio. “Ama Milagrosa”, “Clauduchu” y “San Agustín”,de Pilis. “San Juan de la Isla y Jesús de Praga, de Vatin, “Coppi”, de Severiano
“Mari Luz”, “Rentería Campos” y “Hermanos García”, de Manolete-Marino
“Puente Nuevo”, de Pacho Nola,    “La Raza”,  de Fortunato
“Alvarez”,  de Angelín “Taconinos”,  “Virgen del Mar”, de Lalo
“María Concepción” y  Sidri-Robert”, de Roberto y Sidro los “Peruanos”
“Ascensión del Señor”,  de Pedro Vitoriano, “Pico Pienzo”, de Zipilín el “Peruano”
“Padre Nazareno y “Itsuron”,  de los Vascos “Monte Pajares” y “Monte Agudo, de Arturo de San Esteban






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