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domingo, 20 de septiembre de 2015

La Arena antes del siglo XX
by HISTORIA DE LA ARENA - 0

Texto tomado de la antigua web de la Asociación de Vecinos Río Nalón de San Juan de la Arena.


"A mitad justa del antiguo Camino Real que de Avilés iba a Pravia, en la aldea de Santiago del Monte, todavía encontraban los viandantes en los primeros años de este siglo que corre el Gólgota y Calvario de su andadura. Desde las últimas casas del poblado comenzaba la vía a repecharse y era forzoso subirla en zigzagueo para hacer soportable –cuando menos- la escalada hasta Ranón. Cuando el viajero alcanzaba la rasa del Cueplo era momento de respirar hondo, sobreponerse a la fatiga, y extasiar la vista en las revueltas aparentemente absurdas que el Nalón va dando para retardar tímidamente su abrazo con la mar".


Impenitente oteador de aquel paisaje fue un señor Arzobispo de Valencia que en vida secular se llamó don Valeriano Menéndez Conde y nació en las Luiñas de Cudillero, cercanas a la ría que tanto le enamoraba. Y aún más que enamorado dicen que fue su exegeta, porque cuentan que cuando camino de su solar natal abocaba la confusión armónica del río y el océano, decía a su secretario entre solemne y pavero: "Descabalga y arrodíllate. ¡Estás en el paraíso!".
Exageraba sin duda el Arzobispo en cuanto a su aspecto terrenal se refería, como "lugar ameno y deleitoso" y don Valeriano bien sabía que pocos o ninguno eran los placeres, amenidades y deleites que gozaban aquellas pobres gentes que él veía hormiguear, desde lo alto, entre el minúsculo caserío de San Juan Del Puerto De La Arena.


Cuando en 1761 el Estado asume el control de la red viaria, las comunicaciones terrestres en Asturias no difieren sensiblemente de las de la época romana; la red local es exclusivamente de senderos y la regional de caminos de herradura. El camino de la costa está interrumpido por una treintena de ríos y arroyos que, en su mayor parte, no disponían apenas de enlaces terrestres y algunos venían sufriendo aterramientos que amenazaban con cegar completamente sus bocas. Así hacían desde inmemoriables tiempos los viajeros, cruzando los ríos por puentes carreteros, dejando –también- a la aldea marinera aislada y a solas con los rumbos de la mar. Este aislamiento que perdura en parte, era más acusado en tiempos que ya son historia y en los que poco le faltaba al Puerto para vivir un verdadero cerco de isla. La franja terrera donde se asienta, ceñida por mar y río alcanza hoy día la ladera montañosa que desciende de Ranón, pero hasta los primeros años del s. XIX el Este y Sur del poblado –cardinales por donde se abraza a la tierra- todavía estaban anegados en casi su totalidad por una laguna pantanosa que luego fue saneada y concluyó desecándose en gran parte. Su profundidad, sobre todo en horas de marea alta, debió ser considerable. Se infiere la importancia de su calado por el hecho de que próximos al viejo barrio de La Calea, sito en la falda del monte que asciende hacia Ranón, hubo amarraderos de embarcaciones, y en sus proximidades aún podían verse en los primeros años del siglo XX las cuadernas de pinazas y embarcaciones de escaso porte cuya situación tan tierra adentro dio origen a la creencia popular de que"La Arena antiguamente estaba sumida", lo que indudablemente es erróneo, pues la laguna, desde antes de aparecer en la zona cualquiera de los núcleos de población que se asientan en su área, estuvo siempre separada de la ría por la faja de terreno elevado que discurre entre las tierras de El Charco, a más bajo nivel que el mar, y la orilla de la costa.


Sobre esta franja de terreno orillada a río, mar y laguna nació y creció el pueblo según se infiere de un contrato suscrito el 13 de Junio de 1447, por Alfonso Pérez del Busto y el Abad de Cornellana.

El puerto de La Arena existía ya en la época romana, habiendo sido destruido en la Edad Media. Más tarde en el siglo XIV es reedificado por los frailes deCornellana. En 1720 es asolado a consecuencia de una peste. Los cotos deRanón y La Arena, aparecen en las donaciones reales y propiedades eclesiásticas. El rey Don Pedro los confirmó en 1630 al monasterio de San Salvador de Cornellana, los lugares y vasallos del Coto de Ranón. El Monasterio los vendió en 1643 a Gutiérrez González de Miranda Cienfuegosa favor de su hija, doña Leonor, y en el siglo XVII se titulaba señora de este Coto, doña Leonor Ponce, hija de Gutiérrez González de la Rúa, y esposa de Lope Miranda, Marqués de Valdecarzana.
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